– «O te casas o te echo del palacio sin contemplaciones».
La princesa aceptó, pero puso una condición: los pretendientes se someterían a una prueba, y si no la superaban, ella misma les cortaría la cabeza. Al cabo de los días, las cabezas de los pretendientes se amontonaban en el palacio, y la princesa ardía de satisfacción.
Pero se presentó un apuesto guerrero para afrontar el reto. La princesa le propuso un acertijo:
– «Lo mata todo, pero el agua lo mata»…
– «¡El fuego!», contestó el joven.
La princesa propuso una segunda adivinanza:
– «Soy duro como una roca, pero la gente me bebe»…
El joven contestó:
– «¡El hielo!».
Y llegó el momento del último acertijo:
– «Es un hielo que te da fuego, y cuanto más fuego te da, más hielo se vuelve»…
El joven pensaba sin encontrar respuesta, pero al ver a la fría princesa sintió tal ardor en su corazón que…
– «Turandot!», exclamó plenamente seguro.
Y la princesa no tuvo más remedio que caer rendida a sus brazos.
La mayoría de nuestros deseos los conseguimos con la sabiduría del corazón y no con la necedad de la violencia.
(Cuento tradicional chino)
Puccini compuso una preciosa ópera llamada Turandot cuyo argumento es el del cuento. He aquí uno de los fragmentos más célebres, “Nessum Dorma” interpretado por el famoso tenor Plácido Domingo. Es cantada por nuestro guerrero, enamorado de Turandot:
Esta semana escuchamos el Final de esta grandiosa ópera, en el que Turandot, la princesa, cae rendida a los pies del guerrero que por fin había conseguido conquistar el corazón de la princesa.
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